Sabemos de la reticencia para implementar medidas de autorregulación y en ALDEA estamos preparados para tumbar los imaginarios y la resistencia:
IMAGINARIOS
REALIDADES
La autorregulación es, en realidad, autocensura.
NO, es un sello que le permite a las audiencias asumir que ese contenido cumplió unos estándares y que por lo tanto no es falsa.
Los autores de contenido no regulado
no tienen que cumplir ningún estándar o norma.
Los creadores de contenido NO están blindados frente a los procesos de responsabilidad civil e incluso penales. El código, en principio, le permitiría al juez partir de la buena fe del demandado.
Quieren que estamos regulados,
y además apliquemos la autorregulación.
La autorregulación es un grito de independencia del ecosistema y hace más eficiente el sistema regulador
La autorregulación dificulta el rating,
las métricas y no da plata.
La autorregulación no afecta las métricas, por el contrario, la transparencia aporta al aumento de la valoración de la audiencia por el contenido, que termina traduciéndose en mejor reputación y, posiblemente, en mejores ingresos.
La autorregulación es cara
y no tiene retribución económica.
La autorregulación no es cara, el ecosistema está compuesto por comunicadores sociales graduados capaces de cumplir sin ningún esfuerzo los estándares profesionales. En cambio retribuye confiabilidad y fidelidad de la audiencia, que finalmente se puede monetizar.
Yo me autorregulo y los demás no,
entonces no hacemos nada.
Puede que en el corto plazo no sea evidente, pero en el mediano y largo plazo, en medio de la crisis de credibilidad y los juicios de responsabilidad a los medios, las medidas de autorregulación y transparencia marcarán la diferencia.
Yo prefiero que el Estado me diga y no ponerme camisas
de fuerza, porque mi competencia me coge ventaja.
La supuesta ventaja que pueda tomar la competencia, rompiendo normas éticas o profesionales, es temporal y termina por jugarle en contra y es comparable a la falsificación de un título para posesionarse en un trabajo para el que no se está preparado.
Yo ya me autorregulo, no necesito nada
porque hacemos reuniones de contenido.
La audiencia que reclama transparencia, no conoce los estándares éticos y/o profesionales de esas discusiones. La autorregulación implica destapar las cartas hacia los públicos para que valoren la credibilidad del contenido.
Nosotros ya tenemos un código,
se encuentra en el archivo.
Por un lado, las circunstancias de producción y emisión de contenidos evoluciona constantemente. Por el otro, es obvio que la audiencia ni el equipo de trabajo desconocen el código archivado. La autorregulación empoderará a su audiencia para apreciar la calidad de su contenido.
La ética y la moral
son un problema de cada quien.
La ética y la moral son un asunto social en la medida que determinen conductas hacia las demás personas, cuyos derechos a la información intermediamos como creadores de contenidos.
No hay autorregulación posible
porque todo cambia muy rápido.
No obstante los cambios y su velocidad, el derecho a la información de nuestra audiencia sigue intacto y procurarlo sigue siendo un deber del productor de contenidos.
A nosotros la autorregulación
no nos sirve para nada.
La autorregulación pretende ser un sello de calidad, que indica que el contenido cumple estándares profesionales y éticos. Un sello de calidad le serviría para elevar el nivel social de audiencias y mejorar ingresos.
A nosotros nos funciona la cosa
bien así, como vamos.
Que la cosa funcione bien, no significa que no pueda mejorar. La velocidad como evoluciona el ecosistema es altísima y hay que encontrar mecanismos para beneficiar a las audiencias con mayor transparencia.